El mejor endocrino del mundo es todo un título. Algo así como ser Rosalía o Leonardo DiCaprio.
Esta mañana, desayunando, hablaba con mi hija mayor sobre cómo Google ha cambiado nuestras vidas. Si tenemos una duda, ahí encontramos las respuestas. Múltiples. Más o menos acertadas. Más o menos dirigidas. Centrando el tema en mi profesión se me ocurrió escribir “mejor endocrino” y rápidamente, en las sugerencias de búsqueda, apareció “el mejor endocrino del mundo”. Vaya, me quedé patidifusa. Tremendo honor y responsabilidad. Y será del mundo hispanohablante, ya vamos acotando. ¿Y será cerca de mi ubicación? ¿fruto de todas mis cookies que tan despreocupadamente he ido dejando caer por la red? Si es que somos como Hansel y Gretel.
¿Quién es el mejor endocrino del mundo?
Doy la vuelta a la reflexión ¿quién es el mejor endocrino del mundo? Los médicos también hemos sido pacientes. Y en ocasiones, si la enfermedad es grave, la experiencia es también toda una lección que no se aprende ni en la Facultad ni en la Residencia. Y como los médicos siempre lo somos, lo podemos incorporar a nuestro maletín de habilidades. Porque más allá de la formación (imprescindible) y la experiencia (que se construye con el tiempo y la atención), está esa gran parte del todo de un doctor que supone la esfera del “arte médico”. Dejadme reivindicar, en este momento de absoluto dominio de la visión tecnocientífica de la existencia, la parte más humana y sutil del ejercicio de la Medicina. Porque el ser humano tiene una dimensión que va más allá de algoritmos, guías y consensos. Me quedo con la escucha y los tiempos largos de consulta. Con la posibilidad de conectar y contar no solo en la consulta. Así se aprovecha mejor el desarrollo tecnológico, los fármacos, los procedimientos. Así se optimizan.
Me espanta la idea de que la figura del médico sea sustituida por un ordenador, por mucha inteligencia artificial que se le presuponga. Tres síntomas marcados con un tick y dos selfies, una muestra de sangre y te enviamos el diagnóstico y el tratamiento.
Muy oportuno, Dra. Silveira. La medicina clínica es una labor que tiene tanto de artesanía como de ciencia aplicada, así que los rankings siempre serán dudosos.
Efectivamente. A veces en la relación médico-paciente actual se olvida la importancia de sintonizar. No veo que aparezca reflejado en ninguna guía clínica.
Sin sintonía no hay ni alivio, ni cura… y no es posible consolar. Citando a mi modo a Claude Bernard.
Una reflexión muy acertada
El asunto de las puntuaciones y las posiciones en Internet da para mucha reflexión. En general.